Somos la consecuencia de aquello que pensamos, ni más ni menos. Cada pensamiento es crucial porque produce resultados. Si nos acostumbramos a pensar mal, viviremos una vida muy por debajo de las expectativas que tenemos. Por el contrario, si cambiamos nuestra manera de pensar y adaptamos cada pensamiento a lo que Dios dice, todo cambiará. Cuando la mente de una persona se centra en Dios, Él nos da una idea creativa, la que nos lleva a experimentar milagros. La Palabra de Dios es creativa y poderosa, y de esta manera quiere actuar en nuestra vida.
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